domingo, 24 de febrero de 2013

Última voluntad


Despertó tranquilo. Sabía lo que le esperaba y ya no temía a la muerte. Pronto amanecería y tendría su merecido. El castigo sería su salvación, tanta vergüenza no cabía dentro de su cuerpo. Necesitaba aquella ejecución.
Los primeros rayos del sol se colaron en su celda y junto a ellos el sonido de los pasos del pelotón. Sin ninguna palabra, el capitán abrió la puerta, y un soldado le puso las cadenas en manos y pies. El sonido al arrástralas omitía los pasos de la patrulla. Era lo único que podía oír el prisionero. La luz del sol le cegó, le condujeron al patíbulo sin violencia, sin tocarlo, sabía cual era su destino, lo había visto demasiadas veces, sabia que escapar era adelantar de manera trágica su muerte. Se puso delante de aquel muro, mirando al pelotón y a los cañones que le apuntaban. El capitán se dirigió a el:
-¿Alguna última voluntad?- Su mirada, conocía esa mirada, el no sería capaz, ya había visto esa mirada antes.
- Quiero dar la orden yo mismo al pelotón de ejecución.

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