viernes, 1 de mayo de 2015

En el fondo



Frente a él un abismo. Poco a poco se acercó. Sus pasos pesados y seguros, su mente frágil y dudosa. Miró al gran precipicio que se abría ante él y sintió el Vértigo. No tenía miedo a la caída, tenía miedo a querer caer.  El abismo le llamaba, le invitaba a saltar y así poder conocer lo que habitaba en su interior.

viernes, 24 de abril de 2015

Silencio



Al igual que tantas características de nosotros mismos pueden adquirir ciertos matices diferentes, también pasa con otras cosas ajenas a nosotros mismos.
El silencio por ejemplo.

No es lo mismo el silencio de los enamorados, que se expresa a través de las manos y de caricias, que el silencio de la rutina en el matrimonio que ya se descompuso, aunque lo ignora, y todavía camina. El primero calla palabras de amor, mientras que el segundo esconde amenazas e insultos.

El silencio del hablador vale el doble, por ejemplo. El silencio de los mudos es muy distinto al silencio de los tímidos: el primero es un silencio impuesto, pero en el segundo hay una flor a punto de brotar.

Se puede callar porque se desconoce la respuesta o porque se conoce muy bien. El primero de esos dos silencios de puede llenar fácilmente de palabras, el segundo lo guarda la prudencia.

Aunque distintos, comparten cierto aroma de presagio el silencio en  los hospitales, que es a menudo triste, y el silencio en las fábricas, que profetizan dolor y dificultad.

Hay silencios acusadores, silencios unánimes y silencios cómplices. Hay silencios terribles, como el que sobreviene en la noche a unos gritos de auxilio. Pero de todos, quizá mi favorito sea el silencio de los cuentos, ese que llega siempre de manera inexorable, tras su última palabra.

martes, 3 de marzo de 2015

¡Voy con prisa!


Iba yo camino al ayuntamiento cuando de pronto, de imprevisto, sin aviso ninguno, desde una maceta brota un voluntario de ACNUR, y me hostiga con las preguntas que siempre realiza esta organización; "¿Disculpe buen señor quiere sexo?" Y yo: “No, lo siento, no puedo colaborar con vosotr...” Y antes de que pudiera acabar la frase, se había rasgado la camiseta por el pecho, sus ojos se habían vuelto rojos como el magma del Pokemon Rubí, pelos negros brotaban de su espalda y torso. Cuando me he dado cuenta de que transformación se estaba dando ante mí, ya era tarde, con sus zarpas se ha abalanzado sobre mi cuerpo serrano y me ha dejado la camisa nueva hecha unos zorros oye. Total, que me ha tocado sacar mi pistola cargada con balas de plata y negociar con él, se la he vendido a cambio de sexo animal y salvaje, y todos contentos.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Tonto



-…pero me gustaría vérselas.
-¡Y que tonto eres!
Una pequeña broma y por un momento se sentía el chico más afortunado del mundo. Jamás pensó que una frase, que podría resultar ofensiva y menospreciante, le podría gustar tanto. Dicha por ella, con esa dulzura tan característica, acompañada de su tímida sonrisa, realmente realzaba su belleza. “¿Dónde hay que firmar?” Todas las noches se preguntaba lo mismo.  No había hecho falta que pasara mucho el tiempo para darse cuenta que “Única” era una palabra que se le quedaba pequeña.
-¡Eh! ¡Que los ojos los tengo aquí arriba!
Sumido en sus pensamientos había bajado la vista hasta dónde no debía. Y justo después de un chiste poco apropiado. Decidió seguir la broma para ver como se ruborizaba ligeramente y negaba con la cabeza a la vez que suspiraba, siempre con aquella sonrisa maravillosa. Continuaron hablando, besándose, y bromeando hasta que se lo permitió el móvil.
-No hace falta que me pongas a ese tipo que canta tan mal  para que me vaya. Mañana madrugamos, los dos.
De entre todas las casualidades que se habían dado entre ellos, la que más le gustaba a él era que a ella no le gustará “ese tipo que canta tan mal”.
No sabía porque habían llegado a estar como estaban, no sabía a que atribuírselo, pero en un primer día ya pidió todas las disculpas que estaban permitidas pedir a una mujer, incluso más, y si una cosa tenía clara es que no quería disculparse por un error nunca más.
-Buenas noches mi amor, descansa. Mañana nos vemos.

viernes, 27 de junio de 2014

Dulce sueño


Luz y oscuridad. Velocidad y asfalto. La poca luz de los faros iluminaba la estrecha carretera. ¿Dónde acababa aquella sinuosa carretera? No le importaba.
Disminuyó la velocidad. ¿La noche le jugaba malas pasadas? ¿O había rebasado una pequeña silueta?  ¡Maldición! ¡Niños! ¡Son niños! ¿Qué demonios hacen unos críos en plena noche cruzando aquella carretera? Y encima se reían, cruzan el camino a la carrera entre risitas. Detuvo el coche y bajó.  Ya no oída ninguna risa, no escuchaba pasos. Afinó el oído y lo siguiente que oyó sembró en el una parálisis de puro terror. No movió la cabeza, no podía, pero sabía que allí estaba, en la oscuridad. En cualquier momento la bestia que había proferido aquel terrible rugido emergería a por él.  Subió al coche, metió primera y pegó un acelerón, metió segunda y sin darse cuenta ya iba a cien kilómetros hora y sin meter siquiera quinta. La sentía detrás, le perseguía. Otro terrorífico rugido se lo confirmó. Y de nuevo volvieron los niños. Se cruzaban, se reían y le miraban con caras de diversión. ¿De qué se carcajeaban? ¿De él?
El miedo le impedía parar, le impedía incluso frenar. Pisaba cada vez más el acelerador y cada vez veía sus pequeños cuerpos más cerca de toparse con el coche. Miró por el retrovisor; un vuelco en su corazón.

lunes, 9 de junio de 2014

Serie B


Un fundido a negro, la música cambia y las letras de los créditos empiezan a subir. Contempla la hora en el reloj de pared mientras se limpia los restos de aperitivos salados en su panza, usando su camiseta de Ash Williams a modo de servilleta. Las dos menos cuarto de la madrugada. Hora de dormir un poco. Por suerte aquella película le daría todo lo que quería para esa noche. Vampiros, hombres lobo, zombies; una buena dosis de pánico de los ochenta. Tendría pesadillas y su tentempié tras la cena ayudaría a que fueran terroríficas. Se levantó del sofá con cierta dificultad, miró a su alrededor buscando algo. Él mismo era el foco que buscaba. Necesitaba una ducha. Pero ya se la daría mañana, total, ya no tenía que ir al trabajo.
Con paso tranquilo se dirigió a su pequeño dormitorio rememorando las mejores escenas de la película. Una pesadilla siendo perseguido por hombres lobo sería maravillosa. O una gran horda de zombies sujetándole, descuartizándole y devorando sus tripas. La gente diferenciaba entre dos tipos de sueños, los agradables y las pesadillas, él, tenia otros dos tipos de sueños; los terroríficos y los espantosos.
Los terroríficos eran las típicas pesadillas donde le atrapaban, le incineraban o le torturaban.
Después estaban los espantosos. En esos sueños tenía un trabajo estable, había recuperado su atlético cuerpo de juventud y dormía cada noche junto a ella… después se despertaba, y todo era espantoso.

martes, 27 de mayo de 2014

Mendaz


A pesar de su abrigo la fría noche se había abierto camino hasta sus huesos. Y tras el escalofrío que recorrió su espalda llegó él, sonriendo, como lo había visto todo el día.
            -Eh, Laura, ¿Cómo estás aquí tu sola?, venga ve con el grupo y únete a la fiesta.
Se lo habían presentado ese mismo día y no es que hubiesen hablado mucho, ninguno parecía  buscar una conversación.
            -Tan solo necesitaba un respiro, volveré en unos minutos.
            -Entonces, perdona, si quieres estar sola, lo entiendo.- Y de nuevo esbozó esa sonrisa.
            -¿Te puedo preguntar algo?
            -Claro, dispara.
            -¿Por qué sonríes siempre?
            -¿Y por que no? ¿Acaso es malo sonreír?- Acabó la frase con una pequeña carcajada.
            - No si de verdad quieres hacerlo, pero tu no sonríes de verdad. Tu boca podrá decir lo que quieras, tus ojos ven la realidad, y  te delatan.
Le cambió el rostro de golpe, bajo las esquinas de sus labios y dejó de sonreír, por primera vez en todo el día.
            -Perdona, no pretendía ofenderte.-Se intentó disculpar la chica.
            -No te disculpes.
Guardó durante unos instantes un silencio incómodo. Hasta que lo rompió.
            -Eres la primera que se da cuenta y me lo dice. Pero si dejo de sonreír todo volverá  a ser como antes, las mentiras volverán.
            -¿Mentiras ?La única mentira que veo es la que te cuentas a ti mismo, haciendo algo que en realidad no sientes.
Silencio de nuevo. Se levantó y alegremente dijo: “Nos vemos en la fiesta”.
 Al volverse para ver si volvía a sonreír, otro escalofrío recorrió su espalda.
¿Dónde estaba? Había desaparecido. Lo buscó entre la oscuridad; ni una silueta, ni una sombra. Nadie era tan rápido.
Extrañada entró en la casa donde se celebraba aquella fiesta. Tampoco lo vio. Le preguntó a su amiga, quien se lo había presentado.
            -¿Quién? No me suena ese nombre...