-…pero me gustaría vérselas.
-¡Y que tonto eres!
Una pequeña
broma y por un momento se sentía el chico más afortunado del mundo. Jamás pensó
que una frase, que podría resultar ofensiva y menospreciante, le podría gustar
tanto. Dicha por ella, con esa dulzura tan característica, acompañada de su tímida
sonrisa, realmente realzaba su belleza. “¿Dónde hay que firmar?” Todas las
noches se preguntaba lo mismo. No había
hecho falta que pasara mucho el tiempo para darse cuenta que “Única” era una
palabra que se le quedaba pequeña.
-¡Eh! ¡Que los ojos los tengo aquí arriba!
Sumido en sus
pensamientos había bajado la vista hasta dónde no debía. Y justo después de un
chiste poco apropiado. Decidió seguir la broma para ver como se ruborizaba
ligeramente y negaba con la cabeza a la vez que suspiraba, siempre con aquella
sonrisa maravillosa. Continuaron hablando, besándose, y bromeando hasta que se
lo permitió el móvil.
-No hace falta que me pongas a ese tipo que canta tan
mal para que me vaya. Mañana madrugamos, los dos.
De entre todas
las casualidades que se habían dado entre ellos, la que más le gustaba a él era
que a ella no le gustará “ese tipo que canta tan mal”.
No sabía porque
habían llegado a estar como estaban, no sabía a que atribuírselo, pero en un
primer día ya pidió todas las disculpas que estaban permitidas pedir a una
mujer, incluso más, y si una cosa tenía clara es que no quería disculparse por
un error nunca más.
-Buenas noches mi amor, descansa. Mañana nos vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario