martes, 27 de mayo de 2014

Mendaz


A pesar de su abrigo la fría noche se había abierto camino hasta sus huesos. Y tras el escalofrío que recorrió su espalda llegó él, sonriendo, como lo había visto todo el día.
            -Eh, Laura, ¿Cómo estás aquí tu sola?, venga ve con el grupo y únete a la fiesta.
Se lo habían presentado ese mismo día y no es que hubiesen hablado mucho, ninguno parecía  buscar una conversación.
            -Tan solo necesitaba un respiro, volveré en unos minutos.
            -Entonces, perdona, si quieres estar sola, lo entiendo.- Y de nuevo esbozó esa sonrisa.
            -¿Te puedo preguntar algo?
            -Claro, dispara.
            -¿Por qué sonríes siempre?
            -¿Y por que no? ¿Acaso es malo sonreír?- Acabó la frase con una pequeña carcajada.
            - No si de verdad quieres hacerlo, pero tu no sonríes de verdad. Tu boca podrá decir lo que quieras, tus ojos ven la realidad, y  te delatan.
Le cambió el rostro de golpe, bajo las esquinas de sus labios y dejó de sonreír, por primera vez en todo el día.
            -Perdona, no pretendía ofenderte.-Se intentó disculpar la chica.
            -No te disculpes.
Guardó durante unos instantes un silencio incómodo. Hasta que lo rompió.
            -Eres la primera que se da cuenta y me lo dice. Pero si dejo de sonreír todo volverá  a ser como antes, las mentiras volverán.
            -¿Mentiras ?La única mentira que veo es la que te cuentas a ti mismo, haciendo algo que en realidad no sientes.
Silencio de nuevo. Se levantó y alegremente dijo: “Nos vemos en la fiesta”.
 Al volverse para ver si volvía a sonreír, otro escalofrío recorrió su espalda.
¿Dónde estaba? Había desaparecido. Lo buscó entre la oscuridad; ni una silueta, ni una sombra. Nadie era tan rápido.
Extrañada entró en la casa donde se celebraba aquella fiesta. Tampoco lo vio. Le preguntó a su amiga, quien se lo había presentado.
            -¿Quién? No me suena ese nombre...

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