Abrió los ojos y luz fue lo único
que vio. Estaba mareado. Cada parte de su cuerpo le ardía. Se incorporó. No
recordaba donde estaba. Sus ojos poco a poco le dejaron ver su alrededor.
Empezó a distinguir sombras, las sombras se hicieron más nítidas. Colores
intensos. Fucsia, amarillo, rojo...
El corazón le subió por la
garganta. ¿Qué era todo aquello? ¿Acaso no se había despertado? ¿O la pesadilla
era real?
El rojo profundo lo salpicaba todo a su alrededor, los
cadáveres les acompañaban, y la muerte se había adueñado del lugar. No. Alguien ha tosido, alguien sigue con vida.
Lo busco con la mirada. ¡No! ¡Su hermano! No se había percatado, pero estaba en
su propio hogar, esas paredes salpicadas con sangre, eran las paredes que le
habían visto crecer, y aquellos cuerpos... debían ser los sirvientes de su
padre. ¡Maldición! ¿¡Que ha pasado aquí? Intento levantarse, pero su cuerpo se
lo impidió. El también estaba muy mal herido. Con las pocas energías que le
quedaban se aproximó hasta su hermano. Abrió los ojos, le reconoció. Sus ultimas
palabras “Maldito estas.”
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