Ayer quedé con dos grandes
amigos para comer. A pesar de que nos vemos muy a menudo decidimos quedar
en algún lugar especial y hablar durante un tiempo de todo lo que nos ocupa.
Como de costumbre llegaba tarde, y cuando entré al restaurante mis dos amigos
ya estaban sentados en la mesa y debatiendo sobre un tema del que siempre
discutían. Se podría decir que cada uno de ellos es el opuesto al otro, y aún
así logran convivir juntos, en parte gracias a mí. Ferran, es muy lógico y lo piensa todo dos veces antes de decirlo o
hacerlo, por el contrario, Martin es muy impulsivo y siempre quiere dejarse
llevar. Al llegar no me dedicaron más de un segundo, un simple “hola” y
continuaron con su conversación:
-¿Acaso
no lo entiendes? ¡Como mucho, solo durará un mes!- Argumentaba Ferran.
-¡Eso
no lo puedes asegurar! Todo puede cambiar en un solo segundo.- Respondía Martin.
Yo, como siempre, intentaba poner
paz entre los dos, sin demasiado resultado. Continuaron con su conversación
durante largo tiempo. El camarero me sirvió el plato que pedí, lo terminé, y la
conversación seguía igual, ambos tenían la razón por partes iguales y nada les
hacia darle la razón al otro. Hasta que llegó el momento en que ambos se
giraron hacia mí y preguntaron:
-¿Tu
qué opinas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario