viernes, 1 de marzo de 2013

En blanco


Ayer quedé con dos grandes amigos para comer. A pesar de que nos vemos muy a menudo decidimos quedar en algún lugar especial y hablar durante un tiempo de todo lo que nos ocupa. Como de costumbre llegaba tarde, y cuando entré al restaurante mis dos amigos ya estaban sentados en la mesa y debatiendo sobre un tema del que siempre discutían. Se podría decir que cada uno de ellos es el opuesto al otro, y aún así logran convivir juntos, en parte gracias a mí. Ferran, es muy lógico y lo piensa todo dos veces antes de decirlo o hacerlo, por el contrario, Martin es muy impulsivo y siempre quiere dejarse llevar. Al llegar no me dedicaron más de un segundo, un simple “hola” y continuaron con su conversación:
            -¿Acaso no lo entiendes? ¡Como mucho, solo durará un mes!- Argumentaba Ferran.
            -¡Eso no lo puedes asegurar! Todo puede cambiar en un solo segundo.- Respondía Martin.
Yo, como siempre, intentaba poner paz entre los dos, sin demasiado resultado. Continuaron con su conversación durante largo tiempo. El camarero me sirvió el plato que pedí, lo terminé, y la conversación seguía igual, ambos tenían la razón por partes iguales y nada les hacia darle la razón al otro. Hasta que llegó el momento en que ambos se giraron hacia mí y preguntaron:
            -¿Tu qué opinas?

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