La mirada fija a través del cristal,
los rayos del sol calientan sus piernas. En su interior cae la lluvia. Obligada a olvidar, sin querer
olvidar. Obligada a desconfiar, por confiar en una sonrisa. Aquella sonrisa que
podría haber sido una lugar donde descansar, y tan solo era una estación de
paso. Podría haber llegado a ser tantas cosas y se equivocó, solo fue una
decepción. Ahora se obligaba a enterrar su corazón en el jardín trasero,
esperando a que, quizá, algún día alguien logre encontrarlo y desenterrarlo sin
dañarlo.
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