jueves, 28 de marzo de 2013

Teledirigido


Allí sentado en aquel banco, lo vio por primera vez. ¿Qué le pasaba a aquel hombre? Iba y venía sobre sus pasos sin saber a donde dirigirse. Cuando parecía saber a donde ir, de forma súbita daba un giro de ciento ochenta grados y deshacía sus pasos, o se paraba en seco durante más de cinco minutos, pero se quedaba quieto de una manera escalofriante, como uno de esos hombres estatua de las plazas, se quedaba quieto con el ademán de seguir caminando. Durante días lo observó con curiosidad, siempre merodeaba por aquel parque, cerca del estanque, una vez incluso llegó a meterse al agua.
Una mañana, pudiéndole la curiosidad, se acercó al hombre y  preguntó por aquellos cambios bruscos. No obtuvo respuesta, ni tan solo una mirada. El hombre seguía dando vueltas sin saber siquiera que le estaban hablando. Tomándole por loco, le dejo con sus extraños movimientos y regresó a casa.
Al día siguente,mientras se tomaba su café matutino, en la entrada vio un pequeño papel que habían deslizado por debajo de la puerta. El papel era de una tienda de juguetes, de coches teledirigidos exactamente, en su reverso había escrito algo:
“He perdido el control.”

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