Le gustaba salir a correr en los
días de lluvia, en días con niebla y en días ventosos. Salía a correr buscando
algo. Corría al centro de la tormenta, al lugar donde la niebla era más densa o
donde el viento soplaba más fuerte. Y una vez allí, miraba a su alrededor.
Después regresaba a su casa desilusionado.
Los días que anunciaban un tiempo meteorológico adverso, se ponía sus
deportivos y cogía un paraguas y de
nuevo volvía a salir. Y una vez más regresaba a su casa sin lo que buscaba.
Dejaba su paraguas en el mueble y esperaba de nuevo un día desfavorable. ¿Acaso
se estaba equivocando? ¿No era aquella la manera de buscar?
Una mañana se despertó, corrió la
cortina de su habitación y vio que la niebla lo engullía todo. Dándole una última oportunidad a su propósito, de nuevo salió de su casa corriendo. Y de
pronto allí estaba. No se lo podía creer, era cierto.
Una vez llegó a oír que alrededor
de algunas mujeres hay viento, lluvia o niebla. “Solo a la carrera bajo un paraguas se puede llegar hasta ellas.”
He visto un comentario tuyo en otro blog. Dado que el primero comentario que leo me gusta me da curiosidad y entro a ver que pasa por estos lares. Y te encuentro, y sin esperas y sin tener que correr bajo la lluvia.
ResponderEliminar¿Café? Encantada de leerte.
Gracias por pasarte por aqui. Ya habras visto que tengo pocos seguidores (o seguidoras jeje) y cada seguidor nuevo es algo que agradezco de verdad, me anima a seguir publicando. Me pasaré por el tuyo cuando tenga un poco más de tiempo y leeré con calma. Ya te comentaré en una de las entradas que más me guste. ¡Hasta más leer!
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